Max-Neef:
“El rescate financiero es la mayor inmoralidad de la historia de la humanidad”
Brais
Benitez - 06/07/14
Manfred
Max-Neef (Valparaíso, Chile, 1932) redescubrió la economía en los montes
peruanos. Cara a cara con las comunidades indígenas, se dio cuenta de que todo
lo que sabía como brillante profesor de Berckley no le servía para nada a la
hora de comunicarse con esas gentes. “En el momento en que miré a lo ojos a la
pobreza, me quedé mudo”, afirma este economista y ambientalista chileno, que en
1983 obtuvo el Right Livelihood Award, considerado el Premio Nobel Alternativo
de Economía.
En
la década de los 50 llegó a ser directivo de la petrolera Shell. Hasta que
decidió dejar la empresa privada y, como afirma, “poner los pies en el barro”.
Algo que, asegura, es el gran déficit de los economistas actuales, que “son los
que menos entienden el mundo real”. La Marea ha tenido la oportunidad de
conversar con él en una fugaz visita a Barcelona. Con la experiencia de su
avanzada edad, augura un futuro muy negro para las generaciones futuras. Más
cuando, desde la crisis de 2008 y el rescate de los actores financieros que la
provocaron, se ha llevado a cabo “una de las peores monstruosidades de la
historia”.
Este
otoño se cumplirán seis años de la caída de Lehman Brothers, considerado el
pistoletazo de salida del crack financiero que aún sufrimos. ¿Cómo valora la
gestión de la crisis que han llevado a cabo las autoridades económicas,
capitaneadas por el FMI?
Todo
lo que ha ocurrido es una conexión de cosas que no hay que hacer. Para mí, lo
más desconcertante y preocupante es que no importa cuántas veces quede en
evidencia que ciertas políticas económicas son desastrosas; se sigue
insistiendo en las mismas. Los economistas se creen científicos, por lo menos
decidieron ser científicos los neoclásicos, a finales del siglo XIX. Para ser
científicos decidieron que la economía se pareciera lo más posible a la física,
con lo cual hicieron una serie de inventos absurdos y modelos matemáticos que
son verdaderos disparates. Además, si la economía fuese una ciencia y los economistas,
científicos, actuarían como científicos; ¿y cómo actúa un científico cuando una
teoría determinada falla? Inmediatamente se ponen con toda la intensidad a
buscar cuál es la alternativa a esa teoría, porque esta no funciona, y ¡se
destierra y se acabó!
Pues
eso es exactamente lo que los economistas parecen hacer.
¡No
lo hacen! Tienen actitud científica cero, se insiste en los mismos errores. Lo
que ocurrió desde octubre de 2008 es, a mi juicio, una de las peores
monstruosidades de la historia. Con todas las especulaciones, la basura que
vendían los bancos, absolutamente repugnante… de repente se ven en una
situación crítica y hay que hacer todo lo imaginable e inimaginable para salvar
a los delincuentes. O sea, no se salva a las víctimas, las víctimas no tienen
ninguna importancia, lo que importa es salvar a los delincuentes, a los que
provocaron la crisis. Y en cuestión de un par de meses logran juntar a nivel de
todo el mundo, para salvar a esos delincuentes, del orden de diecisiete
billones de dólares.
Sí
que había dinero…
El
informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura), de poco antes de octubre de 2008, indicó que para superar el
hambre en el mundo se necesitan del orden de 30.000 millones de dólares al año.
Divide diecisiete billones por treinta mil millones: obtienes seiscientos años
de un mundo sin hambre. ¿Dónde estaba esa plata? Yo mismo, que trabajé en las
Naciones Unidas años atrás, hasta hace poco estaba convencido de que era verdad
que no alcanzaban los recursos para resolver el hambre. ¡Pero sí hay mil veces
más recursos para salvar a los delincuentes! Eso, para mí, es tal vez el acto
inmoral más grande que se ha cometido en la historia de la humanidad.
Cómo
explica que se recete austeridad a Europa y luego el economista jefe del FMI
reconozca el “error” a la hora de valorar el impacto de las medidas. ¿No sabían
lo que iba a ocurrir?
No
hay que ser economista, ¡es cuestión de sentido común! Si tú no tienes nada,
perdiste la casa, perdiste tus ahorros, y yo te digo: ‘¡Pero sé más austero!’,
se llega a lo que llegaron ustedes aquí en España; nunca había ocurrido, que en
España llegara un momento en que muera más gente por suicidios que por
accidentes de tráfico. Y yo pregunto, ¿esos suicidios eran realmente suicidios?
¿O eran asesinatos de un sistema económico perverso? ¿Qué manera tienes de ser
más austero cuando no tienes nada? ¡Pegarte un tiro! ¡Esa es la máxima
austeridad! Eres un patriota, porque ayudas a la economía al eliminarte. Esa es
la situación. Para mí, desde un punto de vista científico, ético, moral, desde
todo punto de vista, todo lo que ha ocurrido es una asquerosidad
inconmensurable, y que va además contra el más elemental sentido común. ¿Qué
lógica tiene hacer sufrir a una población hasta los extremos más indecibles
para beneficiar a la economía? ¡Si la cosa es al revés! La economía está para
servir a las personas y no las personas para servir a la economía. ¡La economía
no es Dios! Las consecuencias son que una economía como esta mata a más gente
que todos los ejércitos del mundo juntos, pero no hay culpables. Todos esos
muertos son muertos impunes.
¿Responde
a una cuestión de ineptitud o de intereses?
Es
perversidad. A menos que sean absolutos imbéciles, que supongo que no lo son.
Pero les conviene más eso que lo otro. La gente no interesa, la gente es
prescindible, y eso está dentro de la teoría económica neoclásica. ¿Sabes que
en un libro de texto de economía neoclásica, la solidaridad es un acto
irracional? ¡Si eso te lo enseñan! Lo de que la única racionalidad es maximizar
tu utilidad, todo lo otro es irracional…
Así
que el problema comienza en la educación económica… ¿No se forma correctamente
a los economistas?
No.
En la época en que yo estudié Economía estudiábamos todas las escuelas
económicas. Dos cursos fundamentales del currículum eran Historia Económica e
Historia del Pensamiento Económico; ninguna de esas está en ningún currículum
hoy día. Los economistas no tienen ni idea de la historia económica del mundo
ni de qué otros economistas pensaron qué cosas, porque este ya es un modelo
definitivo para la eternidad, o sea que ¿para qué quieres saber lo que pensaban
otros? Fíjate qué estupidez. Y eso en todas las universidades, se pueden contar
con los dedos de la mano las que se han zafado de eso. En consecuencia ahí
tienes una institución que en estos momentos tiene una inmensa responsabilidad,
y es la Universidad.
¿Qué
implica este tipo de educación?
Que
son economistas absolutamente incultos, y además con teorías que impiden que
entiendan el mundo real. Lo único que tienen es un modelo matemático, y ese
modelo es la realidad. Y si resulta que ese modelo no funciona no es porque el
modelo esté mal, sino que la realidad hace trampas, y la función de la realidad
es adaptarse a tu modelo. Esa es la actitud. Mientras sigan produciéndose
economistas así no hay manera de cambiar, porque son los economistas los que
tienen acceso al poder: los políticos, los empresarios, consultan a los
economistas. O sea, ¡le consultan al que menos entiende el mundo real! Es una
comedia dramática. Completamente absurda.
¿Qué
implicación tiene en ello la entrada de grandes empresas y bancos a las
universidades?
Uno
de los problemas que tiene la Universidad hoy en día es que dejó de ser lo que
era y terminó vendida al mercado. La Universidad funciona de acuerdo a lo que
le pide el mercado. Y el mercado son las empresas… Hay muchas empresas que
hacen donaciones sabrosas a muchas universidades para que eduquen de la manera
en que a ellos les conviene. Harvard educa a niños para Wall Street, esa es la
función. Se llamará la mejor universidad del mundo, que yo tengo mis serias
dudas, pero los educa para Wall Street. Está todo determinado para satisfacer
las codicias de grupos de poder.
Ha
afirmado usted en reiteradas ocasiones que los economistas no entienden lo que
es la pobreza.
Una
cosa es saber y la otra comprender. Saben todo lo que se puede saber sobre la
pobreza, pero no la comprenden. Tienen todas las estadísticas, y sobre eso
hacen planes para la superación de la pobreza. Pero no han estado en la
pobreza, no han convivido en la pobreza, no han olido, ni han comido ni han
dormido la pobreza. Y eso es tremendamente importante y fue gravitante en mi
vida. Yo era un joven brillante profesor en Berckley, una de las mejores
universidades del mundo. Tenía 27 años, orgulloso. Cuando me fui a trabajar con
organismos internacionales a zonas de pobreza, recuerdo que estaba en la sierra
peruana, en una comunidad indígena, un día muy feo, había llovido… Yo estaba
parado en el barro y frente a mi, otro hombre pequeño, flaco, sin trabajo,
cinco hijos, una mujer, una abuela… Y nos miramos, y en ese momento fue para mí
como una puñalada, ¿qué le puedo decir a este hombre? Y me di cuenta de que no
tenía lenguaje. No tenía nada coherente que poder decirle. En el momento en que
miré a lo ojos a la pobreza, me quedé mudo.
De
ahí acuña después el concepto de economía descalza…
Me
di cuenta de que todo lo que había estudiado no me servía para nada. Ahí cambié
radicalmente como economista y surgieron mis principios de economía descalza,
desarrollo a escala humana, etc. Una cosa es tener información y la otra es
comprender. Y yo diría que, como problema general, nuestra época se caracteriza
porque sabemos muchísimo pero comprendemos muy poco. Y la diferencia entre
saber y comprender te la puedo ilustrar de mi manera favorita: puedes estudiar
todo lo que se pueda estudiar, desde una visión teológica, antropológica,
sociológica, biológica, química, bioquímica, neurológica… sobre un fenómeno
humano que se llama amor. El resultado es que vas a saber todo lo que se puede
saber sobre el amor, pero nunca vas a comprender el amor a menos que te enamores.
Es decir, que sólo puedes comprender aquello de lo eres parte. Si no eres
parte, sólo tienes información.
Información
no nos falta hoy en día…
Piensa
que nunca en la historia de la humanidad se ha juntado tanto conocimiento como
en los últimos cien años, ¡y mira cómo estamos! Me pregunto para qué diablos
sirvió todo ese conocimiento con un mundo destrozado, hecho pedazos, como en el
que estamos viviendo ahora. No necesitamos saber más, lo que necesitamos es
comenzar a comprender, y para comprender tienes que integrarte. Mientras no nos
demos cuenta de que todo está integrado con todo, mientras sigamos con un mundo
atomizado, con una visión cartesiana, no se resuelven los temas. La pobreza es
eso. Tú eres parte de los pobres. Por eso yo siempre he dicho que uno no puede
hacer nada por los pobres, uno sólo puede hacer con los pobres. Métete, ve qué
potenciales hay en una comunidad pobre, y sobre esos potenciales, construye.
Pero desde tu oficina, con aire acondicionado y con todas las estadísticas,
hacer el gran plan como lo hacen en el Banco Mundial no sirve para nada.
Desde
2008 hasta ahora. ¿Podemos encontrar algún ejemplo de medidas económicas bien
aplicadas en algún país?
El
ejemplo más notable y más espléndido es el de Islandia. Es el único país que no
socializó el disparate. Islandia tenía cuatro bancos, que eran bancos
nacionales. Privatizó los bancos, que se metieron inmediatamente en el baile de
todos los otros bancos. A la vuelta de seis meses ya tenían deudas que eran
como cinco veces el PIB de Islandia. Llegó el momento del colapso, y la
reacción de toda la ciudadanía de Islandia fue ‘nosotros no pagamos un centavo,
si quebraron, que quiebren, y además que se vayan a la cárcel’. Quebraron los
cuatro bancos, juzgaron a los tipos, fueron a la cárcel y están presos. El
único país que lo hizo. Ahora, llama la atención de que se sepa tan poco eso,
que no se haya divulgado, y la razón es obvia, imagínate que hubiese provocado
contagio, y que ustedes hubiesen hecho lo mismo. ¿Te das cuenta qué terrible para
los pobres banqueros? Eso me recuerda a una propuesta muy simpática que hizo mi
amigo Galeano, por qué no creamos el movimiento ‘sea generoso y ayude a una
banquerito’. Islandia hizo lo que había que hacer, y mira cómo está Islandia
ahora, espléndida.
¿Por
qué no se hizo en otros lados?
Si
los otros lo hubieran hecho se habría resuelto el problema. Pero surgen
conceptos como ‘es que es demasiado grande para que caiga’, ‘es demasiado
poderoso para ir a la cárcel’, todo ese tipo de conceptos, ‘too big to fail’,
¡demasiado grande para fracasar! Todos esos conceptos estúpidos. Si tú quieres
ser delincuente impune tienes que ser lo más grande posible. Pero anda a robar
una gallina porque tienes hambre, que vas a pasar cinco años preso. Eso sí que
es inaceptable, es un peligro para la sociedad. Estos monstruos ahí están, más
gordos que antes. En medio de la crisis, la plata para salvarlos se la
repartieron con bonos multimillonarios para que se fueran a casa. El que menos
se llevó 20 millones de dólares en el bolsillo, por el buen trabajo realizado.
¿Y los que perdieron la casa porque no pudieron pagar la hipoteca? ¿Los que
perdieron el trabajo, el ahorro? Bien, gracias, ahí están.
Ha
mencionado antes el concepto de desarrollo a escala humana, ¿en qué consiste?
Es
un desarrollo que está orientado hacia la satisfacción de las necesidades
humanas fundamentales. Y no está basado meramente en el crecimiento, porque el
crecimiento y el desarrollo son dos cosas completamente distintas. Y el
desarrollo no necesita necesariamente de crecimiento. El crecimiento es una
agregación de magnitudes cuantitativas, y el desarrollo, de elementos
cualitativos, creativos. El desarrollo no tiene límites y el crecimiento sí: no
hay nada que pueda crecer para siempre. Y como decía Kenneth Boulding, ‘el que
piensa que en un mundo finito el crecimiento perpetuo es posible, o está loco o
es economista’. Lo que yo propongo hoy día para una nueva economía, coherente
con los problemas que tenemos, es una economía que se basa en cinco postulados
y un principio valórico irrenunciable:
-
La economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la
economía.
-
El desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos.
-
El crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no implica
necesariamente crecimiento.
-
Ninguna actividad económica es posible al margen de los servicios que prestan
los ecosistemas.
-
La economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera,
en consecuencia el crecimiento permanente es imposible.
Y
el principio valórico en que debe sustentarse es que ningún interés económico,
bajo ninguna circunstancia, puede estar por encima de la reverencia por la
vida. Recorre esa lista uno por uno y verás que lo que tenemos hoy es
exactamente lo contrario.
¿Y
llegaremos, como humanidad, a darnos cuenta a tiempo de esto?
No
sé, porque no tengo una bola de cristal, pero el ser humano es siempre lo
suficientemente estúpido para no reaccionar mientras no se haya llevado un
golpe. De manera que creo que queda mucho sufrimiento por delante todavía. Y en
muchos aspectos ya hemos cruzado el punto de no retorno. El mundo ya nunca
volverá a ser lo que fue.
Si
tuviese la oportunidad de tomar las riendas de la economía mundial, ¿por dónde
comenzaría a corregir errores?
Ya
te dije antes, primero educar a economistas que entiendan el mundo. Eso para mí
es el paso número uno. Y en seguida, reforzar al máximo el mirar hacia adentro,
fortalecer las economías locales y regionales, fortalecer lo pequeño y lo
mediano, y olvidarse de la pura globalización. Porque esta globalización ha
terminado siendo tremendamente destructiva, con impactos espantosos en el
planeta, llena de absurdos y de disparates que son imposibles de comprender.
Donde vivo yo, en el extremo sur de Chile, que es una zona agrícola
maravillosa, el otro día, cuando fui a comprar la verdura, estaba sacando unos
ajos, y resulta que ahora los ajos que se venden en Valdivia ¡son ajos que
vienen de China! Cuando nosotros producimos ajos maravillosos.
Efectos
de la globalización…
¡30.000
kilómetros de viaje de ajos a un lugar donde se produce ajo! ¿Puedes entender
una estupidez como esa? Y el argumento del economista es que es más barato.
Claro, ahí está la trampita genial de los economistas, que inventaron esa cosa
que se llama externalidades, que los impactos que provoca es una externalidad
que no tiene nada que ver conmigo. El impacto que significa ese traslado en
términos ambientales, de emisión de gases, etc. eso no entra en el precio. El
hecho de que vas a destruir el producto local tampoco entra en el precio. Que
ese ajo viene subsidiado por el gobierno chino, eso tampoco se considera en el
precio. Simplemente se cuenta que este vale 3 y este otro 3,50. Los economistas
están llenos de esos trucos, y lo de las externalidades es uno de los más
escandalosos, porque es no hacerte responsable de los efectos que tú estás
provocando. Eso es inaceptable. Anticientífico por definición.
Tiene
que ver con no tener en cuenta escenarios que vayan más allá de lo inmediato…
Claro
que sí. Yo siempre me pregunto, toda esta gente que está destruyendo el medio
ambiente de forma escandalosa, ¿ninguno de estos tíos se ha puesto a pensar que
va a tener nietos, biznietos, y en el mundo que les van a dejar? ¡Creo que no
se les pasa ni siquiera por la mente! El negocio está en la plata que voy a
ganar de aquí al próximo año con esta especulación. Eso es lo que interesa, el
resto no tiene ninguna importancia. ¡Por eso es muy perverso!
Sanchezky
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