Cuando
un afligido fue a visitar al maestro taoísta Lao Tzu con la esperanza de que le
aliviara sus problemas, el maestro le pregunto de inmediato; <<¿Por qué has
venido con toda esa multitud?>>. Dandose vuelta para ver quien estaba a
su lado, el afligido no vio a nadie. El maestro se refería, por supuesto, a la
abrumadora compañía de conceptos convencionales del mal y del bien que el
hombre común lleva dentro de si, <<esa multitud>> que constituyen
nuestras inútiles preocupaciones.
SHELDON
KOPP
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